Lo escribo así, en latín, al gusto de la taxonomía académica. Porque no me refiero al SARS CoV-2, que ahora está de moda llamar CoVID. Porque llega un momento en que las siglas nos llevan a una neolengua simplificadora. Dicen los medios periodísticos que estamos en la quinta ola, mientras pasan de puntillas por lo verdaderamente enjundioso. Sí, parece que hay resistencia a llamar por su nombre a los riesgos y por eso las autoridades prefieren dedicarse a los aforos y perímetros. Hay una verdad incontestable: sin relaciones humanas no hay contagios. Luego hay una gradación de riesgos que alcanzan el máximo en contextos de relación humana cercana en locales cerrados o poco ventilados, o en grupos humanos desprovistos de mascarilla o en los que hay sujetos entregados a inhalar y exhalar humo de tabaco entre tragos de alcohol. Para un visitante extraterrestre dotado de inteligencia puede resultar sorprendente que las decisiones de salud pública acaben siendo juzgadas por tribunales const